Nos gusta estar bien. Ante esa evidencia, buscamos vías para encontrar la serenidad y plenitud que nos den ayuden a encontrarnos mejor. Y a veces esos caminos pueden ser intensos y difíciles.
Piensa en una clase de yoga… en algunos momentos sentimos la dificultad, el desaliento, y nos cuesta continuar… pero cuando salimos del relax final ¡nos sentimos de maravilla!
Existen muchas razones por las que la práctica de yoga consigue ese efecto:
1.- El movimiento que generamos elimina bloqueos de energía, permitiendo que ésta se purifique.
2.- Los estiramientos nos ayudan a eliminar toxinas, mejorando la circulación y todos los sistemas de nuestro cuerpo.
3.- Trabajamos la concentración en la respiración y el movimiento, enfocándonos en pensamientos positivos. Esto hace que creemos nuevas conexiones neuronales.
4.- Los niveles de estrés y la frecuencia de las ondas disminuyen con la meditación.
5.- Las asanas buscan la alineación de la columna de manera que al estirar, activar y tonificar nuestro cuerpo, experimentamos liberación en zonas en las que nos habíamos acostumbrado a sentir dolor.
Así que, si durante tu práctica te cuesta trabajo, sientes incomodidad o cansancio….¡recuerda cómo te sientes al acabar!